¿Que pasa cuando dormirmos?
Dormir no es un lujo ni algo prescindible que podemos dejar de hacer para dedicar más tiempo a otras cosas. Dormir no es perder el tiempo, es la base de la salud y el bienestar físico, mental y emocional, y como tal tiene que ser una prioridad. No hay mejor forma de saber si nuestro sueño es de calidad que atendiendo a cómo nos sentimos al despertar: a tope de energía o más cansados que cuando nos acostamos. Muchas personas han normalizado vivir cansados, pero eso no es normal ni es sano.
Un sueño de calidad depende de su duración (un adulto necesita de media entre 7 y 9 horas de sueño cada noche), su consistencia (cuanto más regulares nuestros horarios, mejor calidad el descanso), su continuidad (que no sea un sueño fragmentado por ruidos, por tener que ir mucho al baño, etc.) y su profundidad (que consigamos atravesar todas las fases del sueño hasta llegar al sueño profundo y restaurador).
Dormir bien se asocia con mejores habilidades cognitivas, más energía física, emociones positivas y una mejor función inmunológica. Antes decíamos que dormir es algo imprescindible puesto que es una función fisiológica esencial; durante el tiempo que estamos durmiendo en nuestro cuerpo tienen lugar multitud de procesos que no suceden cuando estamos despiertos:
Consolidación de la memoria y el aprendizaje: por el día hacemos acopio de información y durante el sueño la editamos, eliminamos la que no es necesaria y creamos nuestros recuerdos. Por eso la privación de sueño está asociada con problemas de falta de memoria.
Fortalecimiento de la respuesta inmune: el sueño fortalece nuestro sistema inmune, el responsable de hacer frente a los virus, bacterias y demás patógenos que nos pueden hacer enfermar, y el responsable de eliminar las células tumorales que se generan en nuestro organismo.
Regulación del sistema hormonal: las hormonas son los mensajeros que llevan información del cerebro al resto del cuerpo y viceversa. Un sistema hormonal desequilibrado puede dar lugar a múltiples problemas de tipo metabólico, reproductivo, emocional, etc.
Regeneración de nuestros tejidos: como veíamos cuando hablábamos del ejercicio físico, el descanso es el mejor entrenamiento. Durante la fase de sueño profundo segregamos hormona de crecimiento, es la responsable no solo de ayudarnos a crecer cuando somos pequeños, sino de regenerar y restaurar los tejidos dañados por nuestra actividad diaria, por el ejercicio, por un golpe, etc.
Limpieza del cerebro: mientras dormimos entra en acción el sistema glinfático, un complejo sistema de limpieza que recorre el cerebro para eliminar los detritos generados por nuestra actividad neuronal. Este proceso de limpieza es esencial para funciones cognitivas como la capacidad de atención y concentración o la toma de decisiones. Cada vez hay más evidencia científica que demuestra la relación entre una privación continuada de sueño y la posibilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, demencia o Parkinson.